agricultores, se efectuará en la misma proporción. [Es decir, que,] una tercera parte del valor corresponderá a los manufactureros y os terceras parte a los agricultores, y que la magnitud proporcional de la plusvalía realizada en la manufactura y en la agricultura (presuponiendo en ambas la misma tasa de plusvalía), corresponderá a estas participaciones respectivas de la manufactura y la agricultura en el valor del producto total; pero la renta de la tierra aumentaría, a su vez, en la misma proporción en que [aumentara] el volumen de la ganancia del arrendatario, adherida a ella como un parásito. Y, sin embargo, esto es falso. En efecto, una parte del valor consistente en trabajo agrícola forma el ingreso de la parte de los fabricantes de capital fijo, etc., que repone en la agricultura la parte desgastada de él. Por consiguiente, la proporción de las partes del valor en los productos que forman el ingreso entre el trabajo agrícola y el trabajo manufacturero no indica, por tanto, en modo alguno la proporción en que el valor de este volumen de productos o el volumen de productos mismo se divide entre manufactureros y arrendatarios, ni tampoco la proporción en que la manufactura y la agricultura participan de la producción total.
Rodbertus dice, además:
«Y, a su vez, es solamente la productividad del trabajo de la producción bruta o, en su caso, del trabajo de fabricación la que determina la cuantía proporcional del valor del producto bruto o, en su caso, del valor del producto fabricado o la medida en que ambos participan del valor total del producto. Por tanto, el valor del producto bruto será tanto más alto cuanto menor sea la productividad del trabajo de producción en bruto, y a la inversa. Y, del mismo modo, el valor del producto fabricado se elevará a medida que descienda la productividad de la fabricación, y viceversa. De aquí que, partiendo de una cuantía de la renta dada, puesto que un valor alto del producto bruto se traduce en una renta de la tierra alta y en una ganancia del capital baja, un valor elevado de fabricación produzca una ganancia del capital alta y una renta de la tierra baja, lo que quiere decir que la cuantía de la renta de la tierra y la de la ganancia del capital no sólo se hallan en razón inversa entre sí, sino también con respecto a la productividad de sus trabajos respectivos, del trabajo de producción en bruto y del trabajo de fabricación» (p. 123).
Si comparamos la productividad de dos esferas de producción distintas , vemos que esto sólo puede ocurrir de un modo relativo. Es decir, partimos de un punto cualquiera, en el que los valores del cáñamo y del lienzo, por ejemplo, es decir, las cantidades correlativas del tiempo de trabajo invertido en esos dos artículos, se comportan en la proporción de 1 : 3. Al cambiar esta proporción, es correcto decir que ha cambiado la productividad de estos dos trabajos distintos. Pero es falso [, en cambio,] afirmar que porque el tiempo de trabajo necesario para producir una onza de oro //481/ sea = 3 y el que se requiera para la producción [72] de una tonelada de hierro también = 3, la producción de oro sea «más improductiva» que la de hierro.
La proporción de valor entre dos mercancías revela que una de ellas cuesta más tiempo de trabajo que la de la otra, pero no por ello puede afirmarse que el uno sea «más productivo» que el otro. Esta afirmación sólo es exacta cuando el tiempo de trabajo se emplea en ambos casos para producir los mismos valores de uso.
Si, por tanto, el valor del producto bruto [se comporta con respecto] al del producto manufacturado [en la razón] de 3 : 1, ello no permite decir, en modo alguno, que el trabajo manufacturero [sea] tres veces más productivo que el trabajo agrícola. Solamente si la proporción cambia y se convierte, digamos, en 4 : 1, en 3 : 2, en 2 : 1, etc., podríamos afirmar que ha cambiado en ambas ramas la productividad relativa. Es decir, cuando aumente
Patrick Robinson, Marcus Luttrell
Addison Wiggin, Kate Incontrera, Dorianne Perrucci